1. Orientación socio-cognitiva: se aboca a una perspectiva que centra su interés en las percepciones, las creencias y los procesos mentales, surgidos en contextos sociales, responsables de la conducta manifiesta de los individuos. Es distintiva de esta orientación su postura metodológica, conocida como individualismo metodológico, que centra su interés en los procesos cognitivos que ocurren intraindividualmente.
2. Orientación simbólica: asume que las conductas de los individuos se derivan de los significados que estos confieren al mundo social; significados creados a partir de situaciones interpersonales de interacción social, o bien mediados por instituciones. Los temas de interés de la orientación simbólica se ubican en la vida cotidiana, donde se crean los escenarios de emergencia de significados en las interacciones sociales, en la relación cara a cara, sea ésta en ámbitos privados, públicos o institucionales. La orientación simbólica ha sido una fuente importante de ideas para el desarrollo de perspectivas metodológicas de corte cualitativo.
3. Orientación socio-construccionista: parte de la premisa central de la construcción social de la realidad. En esta orientación el individuo deja de ser el centro de atención o el actuante, y la sociedad se convierte en la protagonista. Se plantea una postura crítica frente a los supuestos fundamentales del conocimiento individual, la objetividad y la verdad, al poner el énfasis en la construcción colectiva del conocimiento. Sus planteamientos metodológicos se ubican en el análisis del discurso y el lenguaje, y en el estudio de la afectividad, ya que su principio fundamental es postular la capacidad de la realidad psicosocial de albergar en su interior dimensiones de conocimiento aparentemente antagónicas (pensamiento, afectividad, racionalidad, intuición, etcétera).

Estas líneas de investigación están integradas en las UEA que conforman el Plan de Estudios, y su función es la de definir los ámbitos particulares de conocimiento de la Psicología Social.